sábado, 17 de junio de 2017

Porque cuando transformo y logro crecer soy el mejor alquimista que se puede haber visto. Para ser alquimista es necesario tener experiencia y sabiduría, creatividad e ingenio. Vivo para transformar y me transformo continuamente en alguien mejor. Esa es la base de mi optimismo y lo que hace que logre las metas que me propongo. Pero ser alquimista también tiene sus problemas, ya que se puede caer en querer transformar algo a gusto propio del ego personal y no hay nada peor que llevar a cabo esas transformaciones. 


En verdad os digo
que el adiós no existe:
Si se pronuncia entre dos seres
que nunca se encontraron,

es una palabra innecesaria.

Si se dice entre dos que fueron uno,

es una palabra sin sentido.

Porque en el mundo real del espíritu

sólo hay encuentros

y nunca despedidas,

y porque el recuerdo del ser amado

crece en el alma con la distancia,

como el eco en las montañas del crepúsculo.
Cada persona tiene el poder de darle el sentido a las palabras. Las palabras solo son palabras, la intención de ellas y el alcance que tienen dentro de uno es a nuestro libre albedrío.
Y es que no encuentro manera más sana de querer que permitiendole utilizar la libertad como le plazca. Y si eso me genera mal estar a mi, creo que significaría que estoy celoso de ver como es libre sin yo serlo realmente.